5 ago 2011

cronica del Gran Diamol...El despertar

-2-
De pronto abrí los ojos, me desperté de un profundo sueño, y aún seguía oyendo una y otra vez una voz en mi cabeza, un nombre, Kaleb. Yo no sabía quien era Kaleb. Luego me fijé en la habitación donde me hallaba, no era mi cuarto, las paredes eran de un elegante color azul celeste, y enfrente de la cama había una pared echa totalmente de cristal, y esta daba vistas al parque que había fuera de la casa. Me levanté de la mullida cama, que tenía un cabezal negro y dorado, antiguo, y me dirigí a la pared de cristal.
Pero, una vez allí, no me fijé en las vistas, que por cierto, eran preciosas, me fijé en mi reflejo en el vidrio. No era la Vera que yo conocía, era rubia, con ojos verdes y piel bronceada. Esta no era yo. Entonces recordé algo, y me miré a toda prisa la muñeca, eso era lo único que no había cambiado, el ojo, mi marca.
Sonó el fuerte pitido del despertador, las siete en punto del lunes 23 de 2011, pero, si hace un momento era el 2008, todo era tan raro. Me dieron ganas de que me tragase la tierra. Miré un bonito escritorio de caoba, y al hacerlo vi una nota escrita a mano encima.
Coge la mochila, y ve al instituto…C/ámbar, N/ 45.
Supuse que era un día lectivo, y me dispuse a hacer lo que ponía en la nota. Aunque, personalmente, me parecía muy raro que justo cuando parecía que había tenido un ataque de amnesia, hallara una nota con tanta información. Pero aún así cogí mi supuesta maleta de Roxy y me vestí. Cuando me dirigí al vestidor, que por cierto era enorme y de color rosa chicle, me quedé completamente sorprendida al ver la gran cantidad de ropa que tenía.
La mayoría de la ropa eran vestidos cortos de colores vivos, faldas ajustadas por los muslos, tops y algún que otro vaquero roto. Intenté coger lo más discreto y sencillo que había, unos jeans desteñidos y rotos por las rodillas y una camiseta de color azul turquesa. Me recogí el pelo en una cola de caballo y salí de mi habitación.
A la salida del dormitorio había un largo y ancho pasillo, y este daba a una puerta de madera negra. Espeluznante. Pasé la mano por la pared, para buscar un interruptor de la luz. Encendí la iluminación del pasillo, este era de color azul celeste, como el cuarto. Avancé hacia la puerta de madera, con los pelos de punta y con sudores fríos, no sabía por qué pero aquel pasillo me daba miedo, y una vez allí la abrí.
Detrás de la puerta había una escalera de caracol color violeta, que descendía hasta un pequeño jardín interior. Bajé por la escalinata, y me dio mareo, algo que siempre me ocurría en una escalera de caracol. La zona de la escalera olía a azufre y a moho.
Pero, en cuanto estuve más cerca del pequeño patio, un aroma a tierra húmeda y a lavanda me invadió, y si te fijabas mejor podías oler un aroma particularmente de los estanques grandes, pero era imposible que allí hubiera uno.
La estancia del jardín era muy luminosa y sorprendente. Había millones de plantas y un gran estanque, imposible de imaginar en un sitio como este, y en él flotaban flores de nenúfar, también había un sofá de color blanco con cojines plateados, y una mosquitera blanca que lo cubría. Me encantaba ese lugar.
Salí por otra puerta que daba al exterior de la casa, y me dirigí a la calle del instituto.
No sabía dónde estaba, no tenía ni idea. Pero me pareció un lugar muy bonito y soleado, cada acera tenía su pequeña maseta de flores de colores vivos. La calle estaba recubierta por baldosas bien adornadas con motivos florales, todas de piedra, y las casa eran pintorescas y de color pastel. Me pareció que la mía era una de las más grandes de la ciudad, pues en altura y extensión superaba por un gran pedazo a las demás.
Entonces vi un pequeño parque de césped recién cortado, y decidí pasar por allí, una vez en medio de la pequeña plazoleta, observé una estatua a tamaño real de un ángel, acostado encima de un cofre de color oro viejo. Me quedé abobada mirando aquella figura, me gustaba, bueno, en realidad me gustaba la sensación de un recuerdo olvidado que me producía verla, la estatua estaba tan bien perfilada y diseñada, de color beige, y lo más sorprendente eran sus alas, tenían muchos detalles bien marcados, líneas entre pluma y pluma. En ese momento la gente que pasaba a mi alrededor tendrían que pensar que estaba loca, tanto por el arte gótico, o tanto por una insolación. Desvié la vista hacia abajo, y descubrí un cartel de bronce donde ponía l´ange déchu de mes rêves, Joseph Del pozo. Y luego había una inscripción: A mis hijos, Celine, Sophie y Anthony, les quiero mucho, y espero que este ángel les sirva de guía en su vida en Londres.
Una estatua perfecta, una dedicatoria perfecta, y una sensación perfecta. Me gustaba ese lugar.
Entonces me desperté de aquel sueño entre recuerdos y me apresuré a sacar un cuaderno de la mochila, pero, al sacar el cuaderno me quedé observando la tapa de este. Era naranja, de tapa dura, y en ella estaban escritos diferentes versos y poesías de autores conocidos, con lápiz corrector blanco. La abrí por la última página, donde encontré un montón de nombre y un raro código, pero seguí pasando las páginas, hasta llegar a una en blanco por ambas caras.
Saqué el estuche, y de este un bolígrafo de color rojo.
Apunté el nombre del autor y el nombre de la estatua, luego también apunté la dedicatoria.
Una vibración me sorprendió, venia de mi bolsillo. Metí la mano y saqué un móvil táctil de color rosa, con la parte trasera llena de lentejuelas, tenía un mensaje nuevo.
K ases, l clase mpieza en 15 min., dat prisa.
     Un beso + fuert, Emm.
¿Quién era Emm?, ni idea. Pero aún así tenía razón, las clases empezarían a las nueve menos diez, quedaban quince minutos. Me apresuré, y guardé las cosas en la mochila. Salí pitando hacia el instituto.
La gente me miraba sorprendida, extrañada, como si fuera una persona de otro planeta, y yo corría por las aceras blancas y negras de la calle. En diez minutos ya estaba dentro del instituto, instituto, no la clase. Solo me quedaban cinco minutos para llegar a la clase, y yo no tenía ni idea de a que aula ir. Pensé en peguntarle a un profesor que me saludó con la mano, pero parecería algo raro, así que me dirigí a jefatura.
El despacho de jefatura estaba decorado con cristales, de color tranparente.
-¿Querías algo?-dijo una señora mayor, con el pelo teñido de un rojo intenso.-
-Buenos días, me preguntaba a que clase debería asistir.
-Dime nombre y apellido.-dijo.-
Nombre y apellido, nombre Vera, pero apellido ¿cuál era mi apellido?, por suerte en mi mochila estaba mi nombre completo escrito.
-Vera Lightpink.-dije.-
Lightpink, mi apellido siempre había sido Darkbird, este era todo lo contrario.
-Debe asistir a la clase de naturales.
Me dirigí hacia el aula 232, la clase de naturales.
Al llegar allí, una chica menuda y morena me cogió del brazo y me llevó hacia la esquina de la clase. La chica tenía el pelo recogido en un moño, de color rubio, llevaba una blusa muy ceñida al pequeño cuerpo, y esta dejaba ver claramente su ombligo hacia fuera, en la parte inferior llevaba una corta minifalda vaquera, también ajustada. Ya me iba haciendo una idea de la clase de persona que era, una rubia pija.
-No te lo vas a creer, me han llegado rumores de que Kail Branson te quiere, ese chico de 3*.-dijo la chica.-

1 comentario:

  1. hola! ya tienes un segundo seguidor! ánimo con tu blog :)

    un besito

    http://inmapequenaescritora.blogspot.com

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